Inauguración exposición 18 de noviembre de 2024 a las 18 h. Mesa redonda a las 18.30 h

Intervienen:

• Dra. Teresa Vinyoles Vidal, Profesora de Historia Medieval jubilada de la Universidad de Barcelona
• Dr. Pau Castell Granados, Profesor de Historia Medieval de la Universidad de Barcelona
• Dr. Josep Capdeferro Pla, Profesor de Historia del Derecho de la Universidad Pompeu Fabra

Presenta y modera:

• Joaquín de Miquel Sagnier, secretario y Bibliotecario de Junta de Gobierno

Lugar: Sala de Lectura de la Biblioteca del Ilustre Colegio de la Abogacía de Barcelona (ICAB). 

Se ruega confirmación a biblioteca@icab.cat

INFORMACIÓN

Entre los siglos XV y XVII, en Cataluña, como en otras zonas cercanas a los Pirineos, cientos de personas, principalmente mujeres, fueron acusadas y a menudo condenadas por crímenes de brujería. No fue un fenómeno inédito. Desde la Antigüedad, muchas sociedades habían perseguido a individuos que supuestamente poseían poderes mágicos y los utilizaban. En la Baja Edad Media y en la Edad Moderna, también se ejecutaron brujas y hechiceros en otras partes de Europa, por ejemplo, en territorios alpinos y prealpinos o en el centro de la península itálica. Esto no legitima en absoluto la virulencia brutal de la caza de brujas en nuestra tierra.

El fenómeno se explica en parte por la superstición de los estratos populares de la población y por malas prácticas procesales en los tribunales de justicia ordinarios. Pero no se debe olvidar la responsabilidad de teólogos, pensadores, miembros del alto y bajo clero, juristas o escribanos que durante más de doscientos años desarrollaron el marco conceptual de esta atrocidad histórica y la ejecutaron en el terreno.

La década de 1610 fue particularmente crítica en la persecución de brujas en nuestra tierra. Sin embargo, el año 1619 marcó un cambio de tendencia. En enero, el jesuita Pere Gil entregó al virrey un memorial denunciando la situación. Durante el otoño, el caso de una detenida y acusada cerca de Artés, Caterina Freixa, suscitó gran revuelo y dio lugar a un cruce inédito de argumentos en el que participaron quince juristas de primer orden, catorce contra uno, concretamente. Es justo que la Biblioteca del Ilustre Colegio de la Abogacía de Barcelona dedique una reflexión a ese debate que, más allá del interés directo, acabó afectando a muchas más personas injustamente acusadas. En 1622, un decreto ordenó una primera evocación al Real Consejo de Cataluña de las causas abiertas por todo el país. Así, personas detenidas y amenazadas de muerte -entre ellas Caterina Freixa-, serían conducidas a Barcelona y juzgadas debidamente. No fue el fin, pero sí el inicio del fin de la caza de brujas en Cataluña.

Esta exposición, al mismo tiempo que permite celebrar los riquísimos fondos históricos de la Biblioteca, nos recuerda que el Derecho, utilizado correctamente por los juristas, ha sido y debe seguir siendo una herramienta imbatible para garantizar un avance armónico de las sociedades humanas y reprimir los abusos de poder.

Los expositores de la sección izquierda de la muestra, vistos de arriba a abajo, contextualizan la caza de brujas, que en las Valls d'Àneu se oficializó con unas ordenaciones de 1424; muestran la confluencia de ideas y mecanismos "espirituales" y temporales para reprimir prácticas diabólicas; demuestran que Caterina Freixa falleció de muerte natural, no quemada ni colgada como una bruja. En su caso, excepcionalmente, la Luz del Derecho prevaleció sobre la oscuridad.

La vitrina central confronta dos alegaciones jurídicas prácticamente simultáneas, ambas escritas en latín, el lenguaje del derecho en la época. En el lado de la calle se encuentra la reproducción de una alegación de Felip Vinyes contra Caterina Freixa, de tonos oscurantistas, fundamentada en declaraciones testimoniales obtenidas bajo tortura de catorce mujeres cercanas a Santa Maria d’Horta –hoy, en el término municipal de Avinyó. Cerca de la sala de consulta se muestra uno de los dos únicos ejemplares conocidos –del fondo de la Biblioteca– de una alegación en defensa de Freixa. La escribió Pere Antoni Jofreu y fue suscrita por otros trece abogados, entre los que se encuentran los célebres Joan Pere Fontanella y Jaume Càncer, y también Joan Nadal de Prat, hermano de la acusada, probablemente quien movilizó a los colegas, en defensa de un interés familiar, pero que acabaría redundando en interés público. El parentesco de uno de los juristas no debe restar mérito al gesto colectivo de los catorce: en la época, pronunciarse públicamente a favor de una bruja podía suponer una pérdida de crédito social y, por lo tanto, de clientes. De hecho, consta que alguno de los abogados lo sufrió.

En la vitrina de la derecha se exponen varios tratados prácticos de derecho procesal del ius commune tardío (siglos XV-XVIII), que reflejan la vigencia de los derechos canónico y romano –con un aparato doctrinal en aumento exponencial– como subsidiarios en Cataluña, de facto, como los pilares del ordenamiento jurídico tradicional. Fue enlazando argumentos de autores itálicos como Giulio Claro, Prospero Farinacci o Roberto Maranta que juristas como Jofreu y compañía salieron al rescate de Caterina Freixa. Obras como estas solían ser muy casuísticas, acumulaban citas incontables –no siempre contrastadas– y fueron barridas a partir del siglo XIX por nuevas concepciones de los derechos penal y procesal vinculadas a la Ilustración y el liberalismo, y por ordenamientos estatales de matriz codificada.

Josep Capdeferro (Universitat Pompeu Fabra)

Comisario científico: Josep Capdeferro  
Comisariado técnico: BICAB

Proyecto I+D+i "Conflictos singulares para juzgar, arbitrar o concordar (siglos XII-XX)". PID2020-117702GA-I00/MICIU/AEI/10.13039/501100011033